Como trabajadoras y trabajadores organizados en SINTIK, sabemos que la innovación y la creatividad son elementos fundamentales en nuestros centros de trabajo. Sin embargo, muchas veces creemos que la creatividad es algo con lo que se nace o no se nace. Hoy queremos desmitificar esta creencia y demostrar que todos tenemos la capacidad de desarrollar nuestro pensamiento creativo.

La Creatividad: ¿destino o desarrollo?
La creatividad es, ante todo, un proceso que requiere que nuestro cerebro conecte ideas aparentemente inconexas. Pero, ¿es realmente una habilidad innata o algo que podemos cultivar? La investigación científica nos da respuestas contundentes.
En los años 60, el investigador George Land realizó un estudio revolucionario con 1,600 niños de cinco años. Los resultados fueron sorprendentes: el 98% de estos niños se situó en el rango de «altamente creativos». Sin embargo, cuando repitió la prueba cinco años después, solo el 30% mantenía ese nivel. A los 15 años, la cifra descendió al 12%, y a los 25 años, apenas el 2% conservaba esa alta creatividad.
¿Qué había pasado? Como explicó el Dr. Land: «el comportamiento no creativo se aprende». El sistema educativo y social había enseñado a estos jóvenes a suprimir su creatividad natural.
Esta tendencia no es única. Estudios posteriores con más de 272,000 estudiantes revelaron que, mientras los puntajes de coeficiente intelectual han aumentado desde 1990, los de pensamiento creativo han disminuido sistemáticamente.
Dos tipos de pensamiento
Land descubrió algo fascinante: nuestro cerebro opera con dos tipos de pensamiento completamente diferentes, cada uno usando distintas áreas cerebrales:
Pensamiento Divergente: Es como el acelerador de tu creatividad. Es pura imaginación en acción, la capacidad de generar nuevas posibilidades sin límites. Cuando tienes una lluvia de ideas o imaginas soluciones innovadoras, estás usando este tipo de pensamiento.
Pensamiento Convergente: Funciona como el freno. Es cuando juzgas, evalúas, criticas, tomas decisiones o pruebas si algo funciona. Es necesario, pero puede ser el enemigo de la creatividad.
El Problema: hacemos ambos al mismo tiempo
Land explica el quid del asunto: «Descubrimos que lo que les sucede a estos niños, a medida que los educamos, les enseñamos a hacer ambos tipos de pensamiento al mismo tiempo […] Cuando realmente miramos dentro del cerebro, encontramos que las neuronas están luchando entre sí y en realidad disminuyen el poder del cerebro porque estamos constantemente juzgando, criticando y censurando».
Es como tener el acelerador y el freno pisados al mismo tiempo. El resultado es que operamos con una fracción de nuestro verdadero potencial.
La clave está en aprender a separar estos dos tipos de pensamiento. Cuando el miedo domina, usamos una parte más pequeña del cerebro. Pero cuando permitimos que fluya el pensamiento creativo sin juicios inmediatos, «el cerebro simplemente se ilumina». Así que la próxima vez que necesitemos ser creativos, recordemos: primero imaginar sin límites, después evaluar.
Necesitamos la creatividad
Decir «simplemente no soy creativo» es una excusa que limita nuestro potencial. Ciertamente, algunas personas tienen predisposiciones naturales, pero todos nacemos con habilidades creativas que pueden ser entrenadas y mejoradas.
En nuestros lugares de trabajo, la creatividad no es un lujo, es una necesidad. Nos ayuda a resolver problemas, proponer mejoras y adaptarnos a los cambios constantes del mundo laboral
En las próximas entregas de esta serie de SINTIK, exploraremos técnicas prácticas para potenciar nuestra creatividad en el ámbito laboral.




