Siguiendo con nuestra serie sobre rutinas nocturnas que pueden marcar una gran diferencia en nuestro día siguiente, en esta tercera entrega exploraremos tres hábitos que nos ayudarán a mejorar nuestro bienestar físico y mental antes de dormir.

7. Practiquemos la gratitud
Tomemos unos minutos cada noche para reflexionar sobre tres cosas por las que nos sentimos agradecidos. Esta práctica puede ser una herramienta poderosa para mejorar nuestro estado de ánimo y bienestar emocional. Estudios han demostrado que la gratitud regular no solo aumenta la felicidad, sino que también reduce el estrés, la ansiedad y los síntomas de depresión.
Al centrarnos en los aspectos positivos de nuestra vida, incluso en días difíciles, entrenamos nuestra mente para reconocer y valorar lo bueno que nos rodea. Esto fomenta la resiliencia y nos ayuda a afrontar los desafíos con una actitud más optimista. Podemos escribir estas tres cosas en un diario o simplemente reflexionar sobre ellas en silencio antes de dormir.
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8. Meditemos o practiquemos la respiración profunda
Dedicar cinco o diez minutos a la meditación o a la respiración profunda antes de acostarnos puede marcar una gran diferencia en la calidad de nuestro sueño. Estas prácticas ayudan a calmar la mente, reducir la tensión y preparar el cuerpo para un descanso reparador.
Una técnica sencilla es la respiración 4-7-8: inhalamos por la nariz durante cuatro segundos, mantenemos el aire por siete segundos y exhalamos lentamente por la boca durante ocho segundos. Este ejercicio reduce la actividad del sistema nervioso simpático, promoviendo un estado de relajación profunda.
Si lo preferimos, podemos combinar la meditación con otros hábitos nocturnos como escribir nuestros agradecimientos y desconectarnos de las pantallas. Esto nos permitirá establecer un ritual nocturno que favorezca un sueño más tranquilo y reparador.
9. Estirémonos o hagamos yoga ligero
Los estiramientos suaves o algunas posturas de yoga pueden ayudarnos a liberar tensión acumulada durante el día, mejorar la circulación y preparar nuestro cuerpo para el descanso. No es necesario realizar una sesión prolongada; bastan unos minutos para notar sus beneficios.
Al realizar estos ejercicios, concentrémonos en nuestra respiración para potenciar sus efectos calmantes. Podemos acompañar la práctica con música suave o en silencio, según prefiramos.
Implementar estos hábitos en nuestra rutina nocturna nos permitirá mejorar la calidad de nuestro sueño y afrontar el día siguiente con mayor energía y claridad. En la próxima entrega de esta serie de artículos de SINTIK, continuaremos explorando más pequeñas acciones que pueden marcar una gran diferencia en nuestro bienestar.